Una estrella en su esplendor

El pianista chino, un fenómeno global dentro de la música clásica contemporánea, arriba a Uruguay en una jornada que promete ser inolvidable. Su historia, de niño prodigio a estrella mundial, es una de sacrificio, pasión y resiliencia.

Por Luis Cabrera / Foto: Gregor Hohenberg

Tan capaz de deslumbrar con su interpretación de Mozart, Tchaikovsky o Chopin, así como de acercar su música a las masas reimaginando clásicos de Disney, el pianista chino Lang Lang es uno de los artistas más talentosos y buscados del mundo.

Este 4 de setiembre, el virtuoso y expresivo pianista clásico estará en el Auditorio Nacional del Sodre, como parte de la temporada 2024 del Centro Cultural de Música, interpretando obras como la Kreisleriana (op. 16), de uno de sus compositores favoritos, el alemán Robert Schumann.

Se trata de una visita especial, de tener en nuestro país a «una celebridad de rock dentro de la música clásica», que es como muchos medios especializados definen al artista nacido en Shenyang, una ciudad del noreste de China, en 1982. En Asia, esto no deja dudas, con el «Efecto Lang Lang» (ver recuadro) en su máxima expresión, pero aún lejos de su continente, el virtuoso pianista es una sensación global que se mantiene al tope de su disciplina desde hace dos décadas.

Sus conciertos -llegó a alcanzar un ritmo de 140 por año- llenan las butacas de los principales escenarios del mundo -muchos en los cuales hizo historia como el primer artista chino bajo su techo-, con tickets y merchandising que se agotan apenas quedan disponibles para el público.

También ha participado de eventos masivos, como la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y, más recientemente, del Concierto de la Coronación, celebrado en el exterior del Castillo de Windsor el 7 de mayo de 2023, como motivo de la coronación del Rey Carlos III y la Reina Camilla del Reino Unido.

Su combinación de talento y carisma le han vuelto un favorito del público, así como uno de los artistas más pretendidos por las marcas internacionales. Ha cerrado acuerdos con compañías como Coca-Cola, Sony, Audi, Rolex, Versace y Adidas, que hasta confeccionó zapatillas de edición limitada en su honor. Es jurado de reality shows (The Piano), Mensajero de la Paz de Naciones Unidas y, en abril de este año, colocó su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

También es un artista Steinway & Sons desde 2002. La reconocida marca confeccionó en su honor un piano de edición limitada -solo 88 modelos B y 8 modelos D- Lang Lang Black Diamond, codiseñado por el artista junto al legendario Dakota Jackson.

«Este estilo de vida es muy cool», admitió Lang Lang en su momento. «Usar la ropa que me auspicia, volar en jets privados; es un estilo de vida muy bueno, pero lo que realmente importa está dentro mío».

La presión que casi destruye al diamante

El divertido primer contacto de Lang Lang con la música clásica, cuando tenía apenas dos años y medio, abrió las puertas de un camino que, por momentos, amenazó con quitarle todo, incluso su vida. Hijo de músicos de corta carrera, Lang Lang admite que sus padres pusieron sobre sus hombros sus sueños incumplidos.

Con solo tres años de edad, Lang Lang ya estudiaba Bach y, a los cinco, brindaba su primer concierto. «Mi sueño para él era que fuese un pianista de clase mundial», explicó su padre Lang Guoren, quien no logró la carrera de solista de erhu, el «violín chino», que le hubiese gustado para sí mismo. «Los dos somos apasionados por la música, pero ninguno podía esperar este nivel de éxito».

Lang Guoren apostó en su único hijo, ahorrando seis meses de salario para comprarle su primer piano, para luego renunciar a su trabajo como policía, dejar a su esposa en Shenyang, y mudarse con su prodigio a los barrios pobres de Beijing, compartiendo baño con cinco otras familias. En su cuarto solo había una cama y un piano.

«Alquilamos el lugar más barato en un barrio peligroso», recordó Lang Lang en diálogo con The Guardian. «Los ratones se comían mis partituras. Las paredes eran finas y los vecinos se enojaban porque yo practicaba a las 5 de la mañana».

Sobreviviendo con el salario de su esposa y pagando las caras lecciones de piano, Lang Guoren se volvió cada vez más estricto con su hijo. No ayudaba que Lang Lang detestaba a su profesora. Cuando esta le dijo que no debía tocar más el piano porque no tenía talento -«Básicamente me despidió», explicó el artista- la situación con su padre escaló.

«Es muy difícil hablar de ello, pero mi padre se volvió totalmente loco», recordó Lang Lang. «Me dijo: 'No deberías vivir más, todo está perdido'». Lang Guoren le dio pastillas para que se suicidara y, cuando su hijo salió corriendo al balcón, le aconsejó que saltara y muriese. Lang Lang tenía nueve años.

Lang Lang golpeó la pared buscando lastimar sus manos, y para cuando la situación se calmó había tomado la decisión de no tocar piano nunca más. Fueron sus compañeros de clase quienes eventualmente lo motivaron a reconectarse con el arte: «Me di cuenta que amaba tocar y le demandé a mi padre que me encontrara otro profesor».

A los 10 años entró al Conservatorio de Música de Beijing con una beca completa. A sus 15 finalmente abandonó los barrios pobres de Beijing para continuar sus estudios en Filadelfia, EEUU. A los 17 años acaparó los titulares en la Ravinia Gala, organizada por la Chicago Symphony Orchestra. «Fue el concierto que cambió mi vida», señaló Lang Lang. De allí, saltó al estrellato.

La relación con su padre hoy es buena -el artista «agradece» la dedicación de Lang Guoren, si bien no comparte los métodos- pero es cierto que durante los primeros años de éxito fue su madre quien lo acompañó en sus viajes alrededor del mundo.

«A mi modo de ver, la presión siempre se convierte en motivación», opinó su padre sobre esos años en Beijing, si bien admite que aquel día, casi fatídico, no estaba «pensando con claridad».

Hoy el virtuoso artista disfruta de la familia que ha construido con Gina Alice Redlinger, otra brillante pianista clásica, con la que se casó en 2019 y tiene un hijo pequeño. Su pasado, por supuesto, lo lleva a intentar ser un padre con una influencia muy diferente: «No voy a empujar a mi hijo al piano», ha asegurado en diferentes entrevistas. «Si él quiere, le enseñaré y lo apoyaré, pero nunca lo presionaré como hicieron conmigo».

Un intérprete único

Si bien los fanáticos de Lang Lang se cuentan por las decenas de millones, las voces que lo critican también existen y atacan, con énfasis, un área específica de su puesta en escena: el extravagante estilo, lleno de gestos y expresiones «excesivas», con las que interpreta la música sobre el escenario. Para algunos críticos es su ego, para otros son gestos contrarios al «buen gusto» que la música clásica demanda.

Es cierto que muchos jóvenes pianistas han copiado sus exagerados manerismos -así como su anterior peinado, de pelo en punta- en su deseo de acercarse a su ídolo, sin considerar que lo que hace único a cada artista es la parte de sí mismo que vuelca en su obra.

«Por más técnica que tengas, si no tienes emociones, eras una máquina. El mundo no necesita más pianistas robots», opinó Lang Lang al respecto. «Me entristecen esos comentarios, pero tengo que ignorarlos. Todos aceptamos, incluso disfrutamos, el modo en que se comportan las estrellas del deporte o los actores de Hollywood. Yo quiero demostrar que lo clásico también puede ser cool y divertido. ¿Es tan malo?».

Hasta sus detractores conceden que es imposible negar su talento, que combina su virtuosidad como pianista con un carisma encantador y, quizás aún más sorprendente, una felicidad y humildad que han sobrevivido sin secuelas a los momentos más difíciles de su vida.

Lo cierto es que su carisma, su excéntrico sentido de la moda y la electricidad que transmite desde el escenario, le han permitido trascender fronteras y lo han vuelto uno de los pocos pianistas contemporáneos que puede ser reconocido mundialmente, un embajador de primera línea para el piano clásico y un gran referente para las nuevas generaciones.

Lang Lang reconoce el poder removedor de la música clásica, y, quizás lo más importante, lo edificante y divertida que puede ser. «La música clásica es un arte tan increíble que realmente llega a lo más profundo de nuestra alma y corazón, es transformativo; te vuelve una persona más creativa y sensible», asegura el artista. 
«Tocando el piano puedes sanar el corazón de la gente. Es algo muy poderoso».

«Tenemos que promover este arte en todo el mundo», afirma. «Yo vengo de un país que no tiene historia en música clásica y la amo igualmente. No hay fronteras para este arte».

EL «EFECTO LANG LANG»
Como una celebridad dentro de la música clásica contemporánea, Lang Lang ha tenido un impacto gigantesco en las nuevas generaciones, a las que no solo ha inspirado con su éxito, sino que acompaña e instruye de manera asidua.. «Cuando le enseño a los estudiantes, siempre intento que ellos sientan la música con su propio corazón», explicaba Lang Lang, en una entrevista con NBC en 2019. «Cada niño tiene un enorme potencial, pero, a veces, porque tienen un entrenamiento tan ortodoxo, porque están tan enfocados en las notas, no se vuelcan ellos en la música». El talentoso pianista retornó a algunos de los clásicos con los que comenzó su carrera, siendo el primero una sonata de Mozart en C-mayor cuando tenía cinco años, para darles un vuelco más artístico e inspirar a las nuevas generaciones.

La fama y su esfuerzo en alentar a los pianistas del futuro ha generado algo que se conoce como el «efecto Lang Lang», por el cual más de 40 millones de niños chinos  han optado por el piano como su primer instrumento. A comienzo de la década pasada esto colapsó los cupos de los estudios y conservatorios del país e impulsó increíbles números en las ventas de conciertos. El artista acompañó el fenómeno creando la Lang Lang International Music Foundation, en Shenzhen, enfocada en jóvenes pianistas de 6 a 12 años y donde es figura recurrente, brindando «masterclasses» para los estudiantes. «Quiero ser alguien que pueda influenciar la próxima generación», afirmó.

DE TOM & JERRY A MARTHA AGERICH
Somos muchos quienes, durante nuestra infancia, disfrutamos mirando Tom & Jerry, pero pocos, o quizás solo Lang Lang, encontraron en el dibujo animado de Hanna- Barbera la inspiración que definiría una carrera mundialmente exitosa. El artista chino identifica el episodio The Cat Concerto, estrenado en 1947, como el elemento que lo motivó a aprender música clásica. El corto animado de 7 minutos -ganador del Oscar- muestra a Tom como un virtuoso pianista, interpretando la Rapsodia húngara Nº2 del compositor Franz Liszt. Por supuesto, Jerry, que duerme dentro del piano, despierta e intenta arruinar la interpretación. Para entonces, Lang Lang, con apenas dos años y medio, ya estaba seducido por el talento del gato. «Tom está tocando las teclas y Jerry se divierte dentro del piano», recuerda Lang Lang. «Desde el principio, esta imagen me quedó grabada en el corazón porque es muy divertida y alegre».

Años más tarde, además de Tom, Lang Lang sumó como influencias al ruso-americano Vladimir Horowitz, otro excéntrico intérprete; al pianista y conductor italiano Maurizio Pollini; y a la argentina Martha Argerich, considerada una de las pianistas de música clásica más talentosas de todos los tiempos. Fuera de la música clásica, Lang Lang tiene un enorme respeto por la pasión y excelencia de Michael Jordan, el legendario jugador de su deporte favorito, el básquetbol.