Una exploraci贸n art铆stica entre lo terrenal y lo espiritual

La artista uruguaya, radicada en Par铆s, explora a trav茅s de sus esculturas e instalaciones la conexi贸n entre el cuerpo, el subconsciente y lo espiritual. Su obra, marcada por la intuici贸n y la introspecci贸n, transforma experiencias personales en piezas que invitan a la contemplaci贸n y la conexi贸n interior.

Sofía Vanoli

Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1994, Katharina Kaminski es una artista que ha encontrado en la escultura y las instalaciones un medio para explorar su relación con su propio cuerpo, el subconsciente y la conexión entre lo terrenal y lo etéreo. Su obra, marcada por una fuerte carga emocional y espiritual, se caracteriza por la honestidad, la intuición y el deseo de conectar con la más pura esencia de la experiencia humana.

Desde su estudio en París, Kaminski plasma su recorrido personal y artístico en formas que trascienden lo convencional. Inspirada por la intuición y una profunda conexión con la naturaleza, su arte actúa como un puente entre sus raíces uruguayas y su vida en Europa, entre lo íntimo y lo universal.

«Me gusta tomar como referencia la idea de que cada obra de arte es como una página escrita en un diario íntimo», cuenta Kaminski a The Select Experience. «De esta forma, todas mis experiencias de vida pueden aparecer en mis creaciones, porque nacen de mí y yo nazco, no de esas experiencias, sino de mi interpretación sobre ellas».

«Un poder interesante que tiene el arte, la creatividad, es apoyarnos en la interpretación y reinterpretación de quién somos, quién queremos ser, cómo percibimos la vida, nuestro entorno, las experiencias que nos tocaron, aquello que nos mueve y que nos llama a usar esa energía para crear algo, y luego expandir esa energía transmutada, compartiéndola con el mundo», agrega.

Katharina describe su vida como un constante equilibrio entre dos mundos: la intensidad y las posibilidades de París, donde desarrolla gran parte de su trabajo, y la calma introspectiva de Uruguay, un lugar que sigue siendo su refugio emocional.

El inicio de su vida adulta estuvo marcado por su trabajo como modelo internacional, lo que le permitió vivir en diferentes lugares y experimentar diversas culturas. Esa etapa nómada influyó en su perspectiva creativa, ampliando su sensibilidad hacia el mundo y consolidando un enfoque introspectivo que hoy impregna su obra.

Aunque sus primeros pasos en el arte incluyeron pinturas abstractas en acuarela, fotografía analógica y la creación de altares simbólicos, fue la escultura lo que finalmente capturó su atención. «Crear tridimensionalmente una figura en el espacio… Hay algo muy humano y animal en ello, el ser parte del mundo físico y ocupar un lugar en lo terrenal», explica.

Este descubrimiento se dio de manera intuitiva. Kaminski percibió que sus esculturas no eran simples objetos, sino presencias con expresión y energía propias. Trabajar en tres dimensiones le permitió explorar más profundamente el misterio de la existencia física y su conexión con lo espiritual.

Las instalaciones llegaron de forma natural cuando comenzó a incorporar luz en sus esculturas, especialmente la luz del fuego. Este elemento le permitió crear experiencias inmersivas que evocan la energía de un santuario. Su primera exhibición individual, Womb, marcó un hito en su carrera, no solo por su significado personal, sino por la forma en que logró conmover a su público.

De esta manera, el cuerpo no solo se vuelve un tema recurrente en su obra, sino un vehículo para explorar el subconsciente y la espiritualidad: «Me interesa mucho traer de vuelta lo espiritual a esta dimensión», explica.

Para la artista, la conexión con el cuerpo es una manera de vivir la vida con gratitud, de redescubrir la maravilla de estar vivos y de apreciar la complejidad de la existencia: «A través del cuerpo y navegando mi mundo subconsciente es que encuentro mi camino de expansión como ser espiritual en la tierra. Es por ahí que encuentro el más sagrado sentir en la vida y la energía que quiero experimentar y compartir». Las formas de sus esculturas, descritas como zoomorfas, amorfas y alienígenas, reflejan esta búsqueda.

Kaminski, más que imponer un mensaje, prefiere descubrir lo que estas formas tienen que decirle, permitiendo que su significado se revele tanto a ella como a su audiencia, esperando que provoque en el espectador un momento de reflexión y conexión interna. «El camino verdadero es hacia adentro», asegura. Su deseo es que el público, al interactuar con su arte, abra nuevas puertas hacia su mundo interior y descubra nuevas verdades sobre sí mismo.

Actualmente, la artista trabaja en su próxima exhibición y en colaboraciones futuras que prometen seguir expandiendo su lenguaje artístico. Uno de sus sueños más grandes es crear una escultura monumental que pueda instalarse en Uruguay, como un tributo a sus raíces.

SACRAL: LA CREATIVIDAD COMO FUERZA SAGRADA Y TRANSFORMADORA
Una de las obras más emblemáticas de Kaminski es Sacral, una escultura que encapsula la dualidad entre lo sagrado y lo corporal. Su título juega con el significado de lo espiritual y el chakra sacral, asociado a la creatividad y las emociones y, que a su vez, a nivel físico se relaciona con los órganos reproductores. «Yo nací sin útero y sin ovarios. En cierto momento de mi vida quise investigar más sobre estos órganos femeninos reproductores.

Descubrí que en muchas culturas y disciplinas holísticas se habla del sacro como un centro energético creativo más allá de la fisicalidad del órgano y que podía conectar con él, aun así careciendo de la biología del mismo», explica. A través de Sacral, la artista invita al espectador a reflexionar sobre la capacidad humana de trascender limitaciones físicas y celebrar la energía creativa como una fuerza sagrada y universal.

WOMB: LA FERTILIDAD CREATIVA COMO REIVINDICACIÓN PERSONAL
La exposición Womb, presentada en la galería Sainte Anne de París, es un reflejo de la experiencia más íntima de Kaminski. El título de la muestra hace referencia al útero, un órgano del que carece debido a su condición de nacimiento, pero que se ha convertido en un símbolo central en su obra: «Womb, marca un momento en mi viaje interior de reclamarme a mí misma como fértil. Reclamar mi poder creativo más allá de la fisicalidad biológica», comparte.

La exposición combinó esculturas de cerámica, mármol y bronce, iluminadas desde su interior por velas, y se instaló en una sala oscura que invitaba al público a una experiencia de contemplación. Kaminski describe la atmósfera como un espacio cálido y sagrado que evocaba tanto el santuario como el vientre materno.