«Nuestro rol es mantener el agronegocio en su mejor versión»
Cerca de completar su periodo como presidente de la Asociación Rural del Uruguay, Patricio CortabarrÃa analiza el presente del sector, los desafÃos que enfrenta en un mundo en constante evolución y las oportunidades que se presentan dentro y fuera de fronteras.
Luis Cabrera
Un mundo que cambia rápidamente y acumula acontecimientos impredecibles, que empujaron a extremos opuestos el negocio del agro en Uruguay durante los últimos años, han marcado el trabajo de Patricio Cortabarría como presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), cargo que asumió en abril de 2023. Entre esas coyunturas inesperadas con las que la ARU ha tenido que lidiar sobresalen la pandemia, que generó cifras récord de exportación para la carne, y la sequía de 2022-2023, que puso en jaque a gran parte del sector agricultor.
Camino a cumplir diez años dentro de la junta directiva de ARU –lo hará en abril, cuando deje su cargo como presidente–, Cortabarría también ha vivido la transformación tecnológica del agro, de la cual ha participado activamente desde varias áreas, ya sea en su trabajo como gremialista o en el sector privado, con su cabaña familiar dedicada a la raza hereford, o su rol como director de Genética en la empresa Origen.
Durante estos períodos de dos años: ¿Cómo se traza una agenda y se miden los logros obtenidos cuando hay situaciones que no se pueden anticipar?
Hay que entender que el presidente es la cara visible de un grupo de gente que trabaja de manera conjunta. En la junta directiva somos más de 30 personas. Es una gimnasia a largo plazo y, muchas veces, a la agenda del presidente la marcan esos imprevistos que van sucediendo. En mi discurso inaugural hablé de ser una gremial que dialoga, pero que después toma acciones. Así fue como lo encaré, siempre abierto el diálogo, pero en los momentos en que los hechos no correspondían con lo que se nos decía, se tomó alguna acción.
¿Cuáles fueron los grandes temas que dominaron su presidencia?
No muchos días después de empezar el período tuvimos un trancazo importante con el Ministerio de Economía por el dólar; eso fue bastante importante. Después te diría que uno de los grandes temas que ha tenido esta directiva fue el negocio Minerva-Marfrig (NdE: el plan de expansión de Minerva con la compra de frigoríficos de Marfrig en Uruguay). Fue un negocio que se planteó en julio de 2023 y sobre el cual, desde ARU, hicimos el mayor esfuerzo posible para dar la información necesaria y hablar con los diferentes referentes de lo peligroso que entendíamos que era para la ganadería nacional. Hubo mucho trabajo desde el punto de vista político-gremial: nos demandó muchísimo tiempo y reuniones. Mucho trabajo técnico, también, porque se contrataron diferentes estudios de abogados que nos ayudaron a a elaborar informes para presentar a la Coprodec [Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia]. Y mucho trabajo en prensa y con diferentes actores políticos de lo que implicaba esto. También tuvimos un tema muy importante el año pasado sobre una ley que se propuso desde el Frente Amplio, a nivel de diputados, de regulación del manejo del campo natural.
Comparecimos dos veces ante la comisión de diputados del Parlamento y nos juntamos dos veces más con los diputados en el Prado. Por suerte se votó en contra de esta ley, porque si bien no estamos en contra del manejo y protección del campo natural, entendíamos que era una ley muy restrictiva y que iba a terminar implicando muchas trabas y costos para el manejo de los establecimientos rurales.
¿Y qué ocurre a nivel internacional, por ejemplo, con las actualizaciones de los requerimientos ambientales?
Antiguamente, los temas sanitarios eran el principal problema para el acceso a los mercados. Lo vivimos claramente con la aftosa. Hoy en día lo sanitario sigue existiendo, pero son los temas ambientales los que pasaron a jugar un rol mucho más fuerte en este sentido.
En este momento está por entrar en vigencia lo que se llama la regulación 2023/1115, una normativa que puso la Comunidad Económica Europea por la cual toda la cadena del producto tiene que ser libre de deforestación, no solamente el ganado criado en un campo, sino que también, por ejemplo, la ración que se le entrega. Eso implica más burocracia, certificados, etc. Por suerte el INAC, junto con el Ministerio de Ganadería, han logrado hacer un buen uso de los diferentes sistemas de información que manejamos en Uruguay para generar un certificado libre de deforestaciones, gratuito para todos.
¿Cómo se lidia con estas demandas internacionales desde nuestro país?
En todos estos procesos se reivindica el rol del gremialista, si bien es más fácil maniobrar a nivel nacional, también se toman acciones a nivel internacional. Nuestro rol es estar atentos a lo que pasa en el mundo para poder trabajar y mejorar las condiciones de los productores nacionales; acompañar o ayudar también a organismos como el Poder Ejecutivo. Hoy tenemos un ministro realmente destacadísimo, como es el ingeniero agrónomo Fernando Mattos, pero también es bueno el intercambio con quienes estamos en el campo y en la producción. Creo que el rol del gremialista es intentar mantener el agronegocio en su mejor versión, buscando lograr mejorías en ciertas cosas y frenar algún embate que lo que termina es generando mayores costos y no un agregado de valor.
Volviendo a lo que mencionabas del dólar: el atraso cambiario ha sido un tema importante para el sector. ¿Cómo ha sido el diálogo con el gobierno en este sentido?
Lo que se ha reclamado siempre desde la gremial es que, siendo un país agroexportador, el atraso cambiario pega de manera fuerte a todo el sector transable, porque incluyo al turismo y hoy también a la industria del software. Nuestro mayor reclamo ha sido el gasto público, porque eso termina generando un ingreso de divisas que el Estado no tiene, lo que genera un aumento del billete en la plaza y una caída de su precio. Este gobierno hizo un fuerte hincapié en el control de la inflación, lo cual es muy bueno, porque permite al país ser más estable en el largo plazo, con mayor capacidad para recibir inversiones y proyectarse.
Lo que nosotros hablábamos en la Expo Prado 2024 es que el atraso cambiario ha sido prácticamente con todos los los gobiernos desde la democracia, y entendemos que la mejora de la competitividad también viene por otros lados y que hay que hacer los cambios necesarios para que eso suceda. Uno de ellos es el déficit fiscal, quizás el más importante, mientras las otros son reformas más pequeñas que pueden ayudar a tener un Estado más eficiente o mejores condiciones para trabajar. Otro diálogo de larga data responde a la carga arancelaria. Uruguay hoy tiene muchísimos mercados para la carne. Lo que ocurre es que muchos mercados tienen un costo arancelario muy alto.
Un ejemplo de esto es Estados Unidos, que tiene hoy una altísima demanda de carne. La cuenta de los aranceles que pagó el país durante 2023, no solamente agropecuarios sino totales, fue de 538 millones de dólares. Eso es el costo de un año de la Udelar; es decir, más de 160.000 estudiantes de tercer grado que está preparando el Uruguay nos cuesta lo mismo que los aranceles que estamos pagando. Ahí es donde podés ver la magnitud del trabajo que hay que hacer.
¿Cómo está hoy el sector tras años impactados por la pandemia y la sequía?
En la pandemia el sector no sufrió, sino al revés: los países quisieron asegurase el alimento, porque el futuro era muy incierto, y esto, junto al aumento del dólar, generaron condiciones de mercado como nunca vimos. Hubo valores históricos para algunos productos. Cabe destacar que el sector ganadero donó el 1% de su facturación para el fondo Covid: el 1% de impuesto municipal que siempre se nos devuelve con certificados de crédito en el BPS, el sector ganadero no lo reclamó y lo aportó hacia el fondo. Después de la pandemia vino una bajada de precios que, en algunos casos como en la carne, fue muy importante. Hoy la carne se recuperó, pero bajaron los granos; volvimos a niveles de precios anteriores a la pandemia, de los peores precios en los últimos diez años. Y después de eso vino esa gran sequía.
Te puedo decir que el sector está con un nivel de endeudamiento mayor del que tenía antes. No se ve una morosidad problemática, pero sí que las empresas se tuvieron que endeudar para seguir adelante; los malos cultivos agrícolas fueron duros de absorber por las empresas. Hay una falta de liquidez importante en el sector. Producto de esto, y que después de la gran sequía vinieron dos cosechas promedio con las que no se logró recuperar lo que se perdió ese año, creo que hablamos de la mayor pérdida agrícola en la historia del país. Hoy el sector está con mejores perspectivas, la carne ha mejorado en el último tiempo y está con buen horizonte. Los granos están más o menos, pero el mundo está muy movido. Va a cambiar el gobierno de Estados Unidos y veremos qué sucede con la guerra comercial con China y con los precios de los granos, que es otro de los grandes factores que explican el resultado económico de muchas empresas agropecuarias de nuestro país.
Como director de Origen tenés presente el papel cada vez más preponderante que la tecnología juega en el sector. ¿Cómo se ubica Uruguay en este sentido?
Es un tema que siempre está presente. En Uruguay contamos con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. El caso de Origen es un caso típico del uso de una tecnología de aplicación, hoy en día masiva, que te permite reproducir tus mejores ejemplares de una manera rápida y bastante económica. Hay que trabajar mucho en este sentido y Uruguay lo viene haciendo. En carne, por ejemplo, se trabaja en todo lo que hace a la eficiencia de conversión: cuánto alimento te lleva producir un kilogramo de producto, y eso tiene implicancias económicas y ambientales, porque se está bajando de manera importante la huella de carbono. También ha aumentado el uso de granos agrícolas, generando una invernada mejor de animales, con mejores pesos de carcasa.
Uruguay se ha comprometido en los NDC [Nationally Determined Contributions], que se presentan en las COP [Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático], a alcanzar ciertas metas ambientales que se logran a través de la ciencia. Esa es la manera de tener una ganadería y una agricultura más sostenible en el tiempo. Alimento hay que producir. La población mundial va a seguir creciendo y la demanda de alimento es cada vez mayor. Lo que debemos hacer es un mejor uso de los recursos y producir lo mismo con menor impacto ambiental o producir más de una manera más eficiente.
Además de lo mencionado, ¿qué avances te gustaría ver desde el sector público, ahora que nos acercamos a un nuevo gobierno?
Me gustaría ver un gobierno que dialogue; que siga trabajando muy cercano a las gremiales, como lo ha hecho este gobierno y este ministro. Me gustaría poder seguir discutiendo los compromisos ambientales que vamos a firmar a futuro. Me gustaría poder ver el presupuesto quinquenal que se va a estar armando durante 2025, ver cuáles serán las políticas agropecuarias y cómo se va a trabajar en ese sentido, para poder compartir nuestra visión.
Del punto de vista sanitario, que el país pueda avanzar en el control de algunas enfermedades como la garrapata. Me gustaría poder seguir avanzando en el trabajo de investigación de ciencia y tecnología para lograr, en definitiva, ser más sostenibles en el tiempo y que los productores puedan vivir de su establecimiento con escalas medias a chicas: que tengan niveles de ingreso que les permitan una buena calidad de vida sin necesidad de un aumento de escala para poder verse productivos en el futuro, y que puedan pensar en una siguiente generación también trabajando con ellos.
¿Y cuál debe ser el rol del sector privado? ¿Cómo ha sido la relación con Banco Santander?
El sector agropecuario explica gran parte del resultado que tiene el país y todos los bancos deben entender el agronegocio. El ganadero, por ejemplo, es un negocio de relativamente bajo riesgo, pero también de poca rentabilidad, por lo tanto necesita tasas acordes a la rentabilidad que genera y, a su vez, plazos acordes a los tiempos biológicos que nos toca enfrentar. Y la agricultura lo mismo, pero al revés: plazos mucho más cortos, pero de riesgos mayores. A veces una cosecha mala hay que poder financiarla para esperar a que venga la buena. Creo que es fundamental que el sector financiero entienda la dinámica. Santander se acercó mucho al sector a través de la app GTM (Ganadería Tres Millones). Creo que es una muy buena herramienta que sigue vigente.
El banco nos ha apoyado mucho, ha estado presente en las últimas Expo Prado, con una actuación destacada dentro de lo que es la exposición, generando muchas actividades, con un stand muy interesante, donde mucha gente se reúne. Le ha dado mucho nivel a la Expo Prado tener un banco de primera línea a nivel mundial, presente y a la vista de todo el mundo. Eso es algo que desde ARU agradecemos.
UNA FAMILIA DEDICADA A HEREFORD
Camino a recibirse como ingeniero agrónomo en la Universidad de la República, algo que hizo en el año 2000, Cortabarría ya estaba sumando responsabilidades dentro del establecimiento familiar, del cual luego se haría cargo debido a la enfermedad de su padre, quien fallecería en 2001. «Mi familia siempre ha estado muy dedicada a la ganadería, particularmente de hereford, con una cabaña muy importante en el sector», comentó el empresario. «Es una cabaña a la que mi viejo le tenía mucho amor y cariño, donde le iba muy bien, y la cual hoy mantengo, pero con un plantel más reducido». Fundada por su bisabuelo, Don José Alfonso, la cabaña La Ceferina, ubicada en Durazno, ya supera los noventa años de vida. Cortabarría es la cuarta generación de su familia dedicada a la crianza y venta de reproductores hereford.
El empresario trabajó luego en otras áreas, como en la agricultura durante el «boom» de la soja, inició su camino como gremialista en la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay –la cual presidió de 2013 a 2015– y estuvo seis años encargado de la Central de Pruebas de Kiyú. A su vez, organizó el Congreso Mundial Hereford 2016 en Uruguay y, en 2017, formó parte del grupo fundadores de la empresa Origen, dedicada a la reproducción bovina y especializada en la fertilización in vitro.
Desde 2014 ingresó a la junta directiva de la ARU, donde fue director de Registros Genealógicos de ARU durante dos períodos –las presidencias de Pablo Zerbino y Gabriel Capurro–, camino a ser vicepresidente de Gonzalo Valdés Requena, a quien sucedió en 2023.