"Tenés que entender a quién le vas a contar tus historias"
Una vida ligada al cine y el deseo de compartir una historia muy personal transformó al emprendedor uruguayo Luis Ara en uno de los principales directores y productores audiovisuales de América Latina, con exitosos documentales en las principales plataformas de streaming de la región.
Por Luis Cabrera
El silencio de las 2.000 personas que colmaban el Auditorio Nacional Adela Reta ahondaba las dudas de Luis Ara Hermida. Aquel noviembre de 2012, ese gran marco de público había concurrido al Sodre para ver la premiere de su primera película, 12 horas, 2 minutos, pero para Ara, ese silencio respetuoso solo alimentaba el temor de que nadie estuviese disfrutando de su primer documental.
«Durante la hora y poco que dura la película nadie se movió, y eso me generó mucho nervio», recuerda el director. «Me paré y me fui de la sala faltando unos cinco minutos. Salí, agotado, a los pasillos del Sodre y entonces escuché que la gente empezó a aplaudir sin parar. Cuando abrí la puerta para ver si había pasado algo extraño, el público me vio y aplaudió más. A partir de ahí me puse a buscar historias para seguir haciendo esto».
En estos más de diez años que han pasado desde aquel estreno, Ara y su productora, Trailer Films, han hecho 18 películas, con diez de ellas estrenadas o por estrenar en un periodo de tres años, entre 2022 y 2024. «Es un número que está absurdamente fuera de la media en la región», subraya el uruguayo. Es la mentalidad y el empuje de un emprendedor sumamente exitoso, ahora dedicado completamente a la dirección y producción de largometrajes para las principales ventanas de América Latina y el mundo.
UNA VIDA LIGADA AL CINE
Luis es uno de cuatro hermanos -el único nacido durante los cinco años que sus padres trabajaron en Texas, EEUU- de una familia que, fundada por su abuelo materno, mantuvo durante muchos años una importante empresa de distribución de películas, con acuerdos con Warner, Disney, Fox y Columbia, entre otros.
«Desde que tengo cuatro años he estado vinculado al mundo del cine: iba a ver películas con mi abuelo, iba a las premieres, ayudaba a doblar los afiches, más adelante empecé a hacer conexiones entre cines, luego fiscalizaba la gente que iba a ver las películas y, de más grande, sumé tareas administrativas», explica. «El mundo del cine lo tenía muy incorporado desde el lado comercial, entendiendo lo que la gente le gustaba y lo que no».
A mediados de los noventa la empresa quedó en manos de su madre, pero luego de su enfermedad, fueron Luis y su hermano mayor quienes se hicieron cargo del negocio. Aunque, velozmente, la inquietud lo condujo por otros caminos.
Trabajando ya en esta empresa familiar. ¿Qué te llevó a abrir otros negocios?
Yo vengo de una familia donde la economía había sido siempre muy inestable: con un padre bastante complicado, que se había ido de casa, por suerte, hacía ya unos años, y con mi mamá siempre como empleada de mi abuelo. Esa inestabilidad a mi me generó una obligación, una inquietud muy grande en mi cabeza, de sentir que nunca estaba parado sobre algo firme. Quedarnos con la distribuidora, yo tenía solo 21 años, me hacía sentir que era algo pasajero, que los americanos se iban a dar cuenta que con mi hermano éramos muy jóvenes. En aquel momento ya era solo Warner. La verdad que empezamos a hacer las cosas muy bien, con el apoyo de un ejecutivo de Warner que confió en nosotros, quien le tenía mucho respeto a mi madre y a mi abuelo, y se vio conmovido con nuestra historia. De todas formas, en 2002-2003 me di cuenta que tenía que hacer algo más.
¿Cuáles fueron esos otros negocios?
El primer proyecto fue hacer un programa de televisión sobre cine, como Coming Attractions de E!. Lo presenté en Canal 4, pero terminó saliendo en Canal 10. Se llamaba Trailer, de ahí el nombre de la productora. Con este programa empecé a aprender sobre la producción. Le agarré el gusto e hice otros, pero invertí mucho tiempo y no ganaba tanta plata. En paralelo empecé a hacer Cinemag en 2007. Y ahí aprendí que podía hacer revistas de todo tipo y terminé haciendo siete revistas para El Observador. Sin darme cuenta tenía una productora audiovisual y una editorial.
¿Cómo sumaste la gastronomía?
Cuando estaba con estas cosas, durante un viaje a Nueva Zelanda, se nos ocurrió, con un amigo, traer a Uruguay el concepto de sushi como comida rápida. Abrí Sushi App en Zonamérica; la cadena llegó a tener siete u ocho locales. Y cuando estaba ahí vi que en Zonamérica no había una cafetería estilo Starbucks, que imaginé nunca iba a venir a Uruguay, y abrí Chesterhouse. Terminamos con ocho restoranes de la marca. En el medio de todo eso surge la posibilidad de hacer una agencia de publicidad con una socia, aunque siempre estuve más en las sombras. Así tuve otros emprendimientos. En total, eran seis o siete empresas funcionando en paralelo. Lo fui haciendo porque me gustaba emprender, me gustaban los negocios y diversificarme.
¿De qué formación te valiste para iniciar tantos proyectos?
Yo valoro la educación formal: el liceo y la carrera de Administración de Empresas. A partir de ahí adquiero las herramientas que me formaron como profesional. La carrera de administración es una carrera muy general que te brinda herramientas de comunicación, presentación, análisis y gestión en general. Luego tengo otra formación distina, que es el deporte, que también me dio muchísimas
herramientas y, en muchos casos, a los efectos de lo que terminó siendo mi vida laboral, muchas más que la carrera formal. Jugué al rugby toda la vida y mi club, Punta Carretas Rugby, hoy PSG, como era chico, presentaba muchos desafíos y me tocó ser el capitán de la primera división durante diez años. Aprendí mucho de ese rol de liderazgo.
UN MENSAJE QUE MARCÓ EL CAMINO
El estreno de 12 horas y 2 minutos cambió la trayectoria empresarial de Ara. Esa primera película respondía a una necesidad emocional de transmitir lo que había vivido durante la enfermedad de su madre, quien falleció en 2003, tras estar un año esperando un transplante y morir tres meses luego de la operación a causa de una infección.
«Cuando mi madre estaba muy grave vivimos el proceso por el que llegabas a un transplante y era muy complejo», recuerda. «A mi madre los cardiólogos le venían diciendo que tenía un año de vida y la familia no se resignaba a que eso fuera el final. Hasta que un día nos dijeron que la única solución era un transplante de corazón, pero su propio cardiólogo estaba en contra de eso. No podía creer la poca información que se nos daba».
«Yo estaba muy acompañado por mis amigos, por mi novia y nuestras familias, pero sentía mucha soledad de allí para afuera, mucha incomprensión», afirma.
¿Qué objetivo buscabas con 12 horas, 2 minutos?
Quería hacer algo para que la gente entendiese lo que se vive en un momento así. Unos seis años después de lo que pasó con mi madre comencé a escribir la idea de este documental. Me llevó tiempo, por ser la primera vez, pero encontré los socios adecuados. Se hizo una campaña de concientización muy fuerte, aprovechamos las entonces incipientes redes sociales, hicimos una premiere espectacular en el Sodre y en ese periodo se terminó aprobando la Ley de Donación de Órganos que nos vuelve a todos donantes a menos que manifestamos lo contrario. Esto hizo que las instituciones tuvieran que trabajar de manera más unida y yo creo que el impacto de la película fue muy fuerte. Me hizo viajar a mostrarla a congresos y convenciones en la región, porque muchos otros países no tienen el sistema de donación con el grado de seguridad y fiabilidad que tiene el sistema uruguayo. La película se estrenó en HBO y, más adelante, en Netflix.
¿En qué momento de ese proceso te diste cuenta que tu futuro estaba en el audiovisual?
Hubo dos momentos. El primero fue cuando termino de hacer la primera entrevista del documental al protagonista, un hombre de 38 años de Tacuarembó que estaba esperando un transplante de corazón. Logré un vínculo con él durante la charla por el cual terminamos los dos emocionados y esa entrevista fue el corazón, valga la figura, de la película. Me sentí increíblemente bien mientras volvía a Montevideo. Ya me imaginaba toda la película construida a través de ese relato. Y finalmente dije «me quiero dedicar a esto» cuando salí del Sodre. Para cuando hice la película del «Gonchi» [Rodríguez] ya estaba convencido de que lo estaba haciendo bien. Yo creo que el tiempo va a poner a la película de «Gonchi» como uno de los documentales más importantes que se hicieron en este país.
Gonchi: la película, te abrió las puertas de Netflix. ¿Cómo es hoy acercarle proyectos a las plataformas de streaming, dado que ya has trabajado con todas las más importantes en la región?
Es bastante complejo de resumir. Para mí la clave en un proyecto que vas a presentar es la capacidad de elegirlo vos, pero con los criterios que podrían elegir ellos. No podés ir a presentar algo que ya sabés no les va a interesar. Hoy las plataformas son regionales o globales, no son locales, salvo alguna estrategia en mercados particulares. Lo primero que tenés que entender es lo que la audiencia quiere ver, lo que no quiere decir que debes condicionar tus historias a eso. Pero tenés que entender a quién se la vas a presentar. Cuando hice Vicuña Salvation sabía que no era una película para Amazon o Netflix, era más del estilo de NatGeo, lo que me limitaba las posibilidades a una o dos ventanas. Caso contrario, tenía una alternativa de distribución para que quien había financiado ese proyecto encontrara el retorno buscado. Primero hay que hacer ese filtro.
Lo segundo es generar el vínculo. En los negocios es muy importante la relación, la confianza, el respeto, el cara a cara y hacer buen uso de todo eso. Es mejor presentar tres cosas en un año y que sean buenas, que presentar cientos y funcionen solo tres. Hoy tengo la suerte de que tengo vínculo con casi todas las plataformas. Lo que hago es pensar las ideas, entender que si tengo un proyecto cuya historia es en Colombia, México o EEUU va a tener un potencial mayor y un acceso a un financiamiento más grande. Si quiero contar una historia de deporte, pienso qué historia se puede contar desde esos mercados. Así apareció la de René Higuita. Me vinculé con él, traté de asegurar el acceso, lo escribí, lo presenté y vi qué plataforma podía estar interesada.
¿Cuánto más difícil es llevar adelante contenidos locales en mercados como el nuestro?
Lo que pasa es que las plataformas, como cualquier negocio, van a optar por mercados como México, con 180 millones de habitantes, en lugar de Uruguay, con sus tres millones. Si la película te sale lo mismo ¿dónde la haces? Las plataformas tampoco tienen capacidad de hacer mil películas y, en esa estrategia, les es mejor hacer historias en Argentina, Brasil, Colombia o México, antes que en Chile, Perú o Uruguay. Hay lugar para todo, porque yo hice películas en Perú, Guatemala y en Uruguay. Lo que ocurre es que el peso de la historia tiene que ser tan fuerte que equipare la disparidad de esos mercados. Las producciones locales son importantes en los mercados grandes y ahí es donde, muchas veces, hay que apuntar.
EL ARTISTA DEBE ENTENDER EL MERCADO
La proliferación de las plataformas de streaming han impulsado la producción regional, tanto en cantidad como en calidad. Aun así, pocas productoras pueden seguirle el paso a Trailer Films y su increíble output durante estos últimos diez años, o lo que se viene solamente en los próximos meses.
«En 2023 hicimos Higuita: el camino del escorpión, un original de Netflix de estreno mundial y terminamos El desafío imposible, que es para ViX+ a nivel mundial y que se estrenará en marzo de 2024», detalla Ara. «En 2024 vamos a estrenar una película sobre VIH; una película de fútbol, en Colombia, enfocada en el camino a la Copa América de 2001; la película de Rubén Rada; y estamos haciendo otra sobre una artista mexicana muy conocida. Estamos en preproducción en otros dos proyectos. Confirmados son diez películas en tres años».
«Lo que terminó pasando fue que en 2020 empecé un proceso donde me di cuenta que, incluso en pandemia, me estaba yendo muy bien y no quería que mi cabeza estuviese en otras cosas», relata. «Vendí todas las otras empresas: cerré la editorial, me fui de la agencia, vendí Sushi App y Chesterhouse. Lo único que hago fuera del mundo audiovisual es como inversor en el sector financiero e inmobiliario. Me dedico 100% a Trailer Films».
Viendo cómo han nacido muchas de tus películas, hay conocimiento y buenos instintos. ¿Qué valor le atribuís a la intuición?
Si ves cómo han surgido la gran mayoría de mis películas, es pura intuición. Pero me gusta decir que es intuición con una base fuerte de formación; tenés que tener las herramientas. Es como detectar un olor e identificarlo como jazmín; antes tenés que haber aprendido lo que es un jazmín y cómo huele. También hay muchas de mis historias que no han llegado a destino. Pero, como ejemplos, la película de Alexis Viera, surgió cuando estaba mirando, de rebote, la teletón y lo escuché hablar y dije: «Esto es una película». Lo de «Gonchi», un amigo me dijo que estaban buscando hacer un programa de televisión por los quince años de su fallecimiento y le dije: «No, eso es una película». Cuando estaba caminando por el Camino del Inca vi un paisaje que nunca había visto en la televisión y me pareció que eso era una película. Así con cada una de ellas. Hay intuición, pero no existe sola: tiene una base de conocimiento que hace que se despierte ese sexto sentido.
¿Hay algún género documental que no hayas explorado y te atraiga?
Me atraen los géneros deportivos, las biografías, lo que tiene que ver con la naturaleza, la cultura y el impacto social. El tema con definirlo así es que, por ejemplo, si decís impacto social le quita mucho atractivo para la audiencia. El punto está en contar una historia que logre eso. La historia que estamos haciendo sobre VIH no se presenta como una lección sobre VIH, pero te va a enseñar una cantidad de cosas mediante la historia de vida de seis personas, en seis países diferentes, y cuando la gente la vea se va a dar cuenta lo poco que se sabe sobre el VIH. Las películas son historias que tienen que conectar con la audiencia. Lo que vos logres después de eso es un objetivo subyacente que podés tener, y es válido, sobre todo en el género documental. Te diría que hago lo que más me gusta. Tampoco hay tantos géneros más, como pueden ser el true crime y el periodismo político, pero tampoco me interesan tanto. Aunque tengo una entrevista de tres horas grabada con Julio María Sanguinetti, porque siempre pensé en hacer algo sobre la salida de la dictadura, un periodo del que no se habla tanto. ¿Cuál es el objetivo principal cuando desarrollás un proyecto? Tengo como meta que, sea de lo que sea de lo que hable, tengo que entretener a una audiencia. Si no logro eso, fracasé.
¿Dónde te parás en la discusión que siempre se da entre el valor artístico y el comercial?
Es mentira que el arte está separado del negocio. No existe artista en la historia del mundo que haya separado el arte del negocio. Quien no logra comercializar su arte se escuda en ese concepto al que aludís para justificar su fracaso. A Miguel Ángel lo contraban para pintar. Pablo Atchugarry es el principal artista de este país. Yo hice una película con él, viajé con él y lo vi comercializar sus obras: es un crack y por eso hace lo que hace. Otro esculpe algo, no se lo vende a nadie y pasa sin pena ni gloria. ¿Cuál querés ser? Yo me puedo divertir horas discutiendo esto porque es una justificación que no tiene argumentos. Se mezclan cosas: que hagas algo comercial no quiere decir que no tenga calidad. Woody Allen, Christopher Nolan y Steven Spielberg son tres tipos de cine totalmente diferentes y los tres son la definición de comercial. Los grandes directores de cine necesitan vender su obra para financiar la siguiente. Ni que hablar para vivir.
Los artistas están desesperados por vender sus obras, pero, cuando no lo logran, dicen que el mercado no los entiende. Son ellos los que no entienden al mercado. La única excepción es aquel que trabaja para él, que quiere crear para quedárselo en su casa. Eso es completamente respetable. Pero aquel que quiera vivir del arte tiene una contradicción absoluta si no busca un fin comercial. Si hoy vende el reggeatón y vos querés hacer una balada, hacela. Pero va a tener que ser muy buena para que llegue a la gente. Así es la historia del arte y la cultura. Siempre fue igual. Muchos artistas se murieron pobres porque nadie los valoraba en su momento. No creo que hayan sido felices.
¿Cómo respondés a quienes dicen que si te guías por el fin comercial no terminás haciendo lo que te gustaría?
Vos no podés pretender que lo que vos querés necesariamente le guste a la gente. Si querés participar del juego, tenés que aprender lo que la audiencia quiere. Por supuesto que podés transgredir, apostar y estar convencido de que haciendo algo diferente te va a ir bien. Esos son los artistas más exitosos de la historia, los que inventan algo nuevo. Mis mayores respetos. Pero también ellos quiere vender. El tema es que cuando apostás a algo nuevo y no tuviste éxito el argumento no puede ser «la gente no me entiende» o «no me interesa venderle al mercado». Mentira, es que no tuviste éxito. No le eches la culpa a la gente.
PASIÓN POR EL DEPORTE
Ara destaca el rol que su trayectoria deportiva ha jugado en sus éxitos en otras áreas. «Una de las particularidades que tienen los proyectos que hago es que debo liderar grupos y tengo la suerte de decir que he trabajado con muchísima gente y se han armado grandes grupos de amigos», señala. «Esto tiene que ver con un liderazgo sano, que me lo enseñó mucho el deporte, así como también me enseño a enfrentarme a las adversidades, saber perder, aceptar las reglas del juego y me inculcó la honestidad, el valor por la sinceridad, el comportamiento correcto y el compañerismo».
Su pasaje por el rugby se inició en Punta Carretas en 1993 cuando estaba cerca de cumplir 14 años y, por su pasión y carácter, siempre lo hizo tomando responsabilidades que lo llevaron a liderar grupos.
Una vez en Primera División, y con las credenciales de ser jugador de Los Teros (XV y Seven), Ara se convirtió en capitán del Punta Carretas Rugby: «Del 2000 al 2010 fui el capitán y lo dejé porque quería dejarle el lugar a los más chicos», explica. «Así fue hasta que me retiré en 2015».
Con Los Teros -a los que dedicó el documental Teros: Sueño mundial compitió de manera «intensa» de 2001 a 2005, quedando en las puertas del plantel que viajó a la Copa Mundial de Rugby de 2003. «En Los Teros alternaba, porque jugaba en XV y en Seven», señala. «Quedé fuera del plantel para Australia 2003, pero seguía jugando en el Seven. Siempre manteniendo el estudio y el trabajo».
Ahora, desde otro lugar, sigue ligado al deporte con producciones como Gonchi: la película, Alexis Viera, una historia de superación, Brasil 2002: Os bastidores do penta, Para siempre Chape, Higuita: el camino del escorpión y El desafío imposible, a estrenarse en marzo de 2024, entre otras producciones que están encaminadas, como la historia de la selección colombiana campeona de América en 2001 y otra sobre una reconocida deportista mexicana.
«Yo creo que el deporte te da mucha herramientas, de las que en muchos lados le llaman soft skills; muy intangibles, pero muy necesarias», afirma.
9 DESTACADOS DE SU FILMOGRAFÍA
12 HORAS, 2 MINUTOS (2012)
La conmevodora historia de Juan sirvió para que Ara pudiera enviar un mensaje que deseaba comunicar desde la muerte de su madre en 2003. Es una historia llena de esperanza, que deja en claro el valor que tiene la donación de órganos para sus receptores. Fue dirigida por Ara y Federico Lemos. Fue adquirida originalmente por HBO y luego Netflix. Hoy se puede ver en Pluto TV.
GONCHI (2014)
La historia del uruguayo Gonzálo Rodriguez, quien soñó con llegar a la Fórmula 1, estuvo muy cerca y una tragedia le costó la vida. El documental, con dirección de Ara y Lemos, estuvo disponible en Netflix, pero hoy se puede ver en Prime Video.
PERÚ, TESORO ESCONDIDO (2017)
Un documental que nació de la curiosidad de Ara durante el Camino del Inca. La película recorre los lugares naturales más conocidos del Perú y aquellos que aún no han sido descubiertos por el turismo mundial. Se puede ver en Netflix.
VICUNA SALVATION (2022)
Esta película -La salvación de las vicuñas, en español- cuenta la increíble historia de la conservación de una especie, amenazada por los cazadores furtivos, y el empoderamiento de una comunidad que vive en las montañas peruanas. El contenido fue adquirido por NatGeo (National Geographic).
ANDÉS MÁGICOS
La serie, que está en su segunda temporada, recorre la cadena de los Andes de principio a fin, mostrando la belleza de la cordillera y la historia de los personajes conectados, por distintos motivos, a ella. Ambas temporadas están disponibles en Netflix.
POR SIEMPRE CHAPE (2018)
Cuenta la historia de la tragedia del equipo de fútbol de Santa Catarina, cuyo avión se estrelló rumbo a Medellín, camino a disputar la final de la Copa Sudamericana 2016. El film se estrenó en Netflix y hoy está disponible en FIFA+.
HIGUITA: EL CAMINO DEL ESCORPIÓN (2023)
Una idea que le llegó a Ara durante una conexión en el aeropuerto de Panamá, velozmente cobró forma y Netflix la adquirió para sumarla a sus originales. El documental recorre la peculiar carrera del legendario arquero colombiano, quien fue un ícono del deporte hasta terminar en la cárcel envuelto en una situación poco clara.
BRASIL 2002: OS BASTIDORES DO PENTA (2022)
Una coproducción en la que Trailer se asoció con productoras internacionales, dueñas de imágenes inéditas del pentacampeonato del mundo obtenido por Brasil en Corea y Japón 2002. La película se volvió un éxito mundial luego de su estreno en Netflix Brasil, llegando a Asia mediante la plataforma FIFA+, a las Américas por ViX+ , en España por Movistar y en el Reino Unido mediante SkyDocs.
EL DESAFÍO IMPOSIBLE (2024)
Un proyecto filmado entre 2022 y 2023 que tendrá su estreno en 2024. Una historia que Ara define como “un desafío relacionado con el montañismo que nunca nadie hizo”. Se estrenará por ViX+.